Agencia Global de Noticias

Colaboración y coordinación, No encierros y guerra comercial

Por Ricardo Monreal Ávila / Colaboración Especial

Global Press Mx / Resulta extraño escuchar cómo el país que encabezó un nuevo orden mundial durante un siglo, que impulsó el mayor proceso de globalización económica en la historia de la humanidad durante 200 años y cuya democracia fue un referente histórico para promover el respeto a derechos humanos y libertades ciudadanas de avanzada (entre otras, el derecho a la migración, a la diversidad sexual y los llamados derechos humanos de tercera generación) anuncia ahora su reversión y retorno a una especie de “zona cero”.

Quienes han estudiado las caídas de los grandes imperios, desde Arnold J. Toynbee hasta Paul Kennedy, pasando por Eric Hobsbawm y, recientemente, Jared Diamond, en Colapso, describen estos períodos de ensimismamiento cultural, proteccionismo económico y retraimiento político que viven las estructuras imperiales.

El primero de ellos, Toynbee, en su obra Estudio de la historia, analiza el ascenso y la caída de 26 civilizaciones en distintas épocas. El autor argumenta que las civilizaciones se desarrollan respondiendo exitosamente a desafíos bajo el liderazgo de minorías creativas. Cuando éstas dejan de ser creativas y se convierten en minorías dominantes, la civilización entra en crisis y eventualmente se desintegra.

Toynbee también introduce la idea de que las civilizaciones pasan por etapas de génesis, crecimiento, períodos de crisis o problemas, estado universal y desintegración. Según él, la clave para el desarrollo de una civilización es cómo enfrenta y supera los retos que se le presentan.

Kennedy, por su parte, en su influyente obra Auge y caída de las grandes potencias, desarrolla una tesis central sobre lo que él llama “Sobre Extensión Imperial” (Imperial Overstretch). Refiere que los Imperios tienden a asumir compromisos militares y territoriales que sobrepasan sus capacidades económicas reales, creando con ello una tensión entre mantener el poder militar necesario para proteger el Imperio y mantener una economía productiva.

Así, la relación entre poder económico y militar conlleva una correlación directa entre la capacidad económica de una Nación y su habilidad para conservar el poder militar a largo plazo. Cuando la base económica se debilita, el poder militar eventualmente se deteriora.

Este ciclo de ascenso y caída, apunta el autor, se ha observado en diferentes Imperios históricos, como el español o el británico, en los que el costo de mantener el estatus de superpotencia eventualmente sobrepasa los recursos disponibles.

Un aspecto interesante de su análisis es cómo los Imperios frecuentemente caen en la trampa de intentar mantener demasiados compromisos globales, mientras su base económica relativa se está erosionando. Kennedy señala que este patrón se ha repetido a lo largo de la historia, desde el Imperio Romano hasta las potencias modernas.

Por otro lado, Eric Hobsbawm, en su obra La Era del Imperio. 1875-1914, por ejemplo, analiza detalladamente el apogeo y la caída de los grandes Imperios de esa etapa de la historia.

El autor argumenta que la Primera Guerra Mundial fue un punto de inflexión que expuso las contradicciones y tensiones latentes en la sociedad de la época.

Según él, la industrialización y la expansión del Capitalismo generaron un crecimiento económico sin precedentes, pero también profundas desigualdades sociales.

Hobsbawm destaca, asimismo, cómo las luchas obreras y los movimientos de corte social, como la rebelión bolchevique, pusieron en tela de juicio el orden establecido, señalando además cómo las tensiones internas y los enfrentamientos políticos y sociales socavaron la aparente estabilidad y progreso del mundo burgués.

Finalmente, Jared Diamond, quien pareciera haber inspirado el diagnóstico del discurso inaugural del presidente Trump, que fue escuchado por millones de personas el pasado 20 de enero, señala cinco factores que contribuyen al desgaste del poder imperial: daño ambiental, cambio climático, economía deficitaria, comercio desventajoso y fronteras demográficamente presionadas. La mala gestión de estos problemas es para el autor la causa del colapso imperial.

El movimiento MAGA (Make America Great Again) capitalizó magistralmente el malestar del ciudadano medio estadounidense por la inflación, la pérdida de calidad de vida, el desempleo y el rebase del liderazgo mundial de EUA frente a potencias emergentes.

Pero las medidas anunciadas ayer en varias acciones ejecutivas, tres de ellas con dedicatoria e impacto directo en México, probablemente terminen por agravar más los problemas que buscan resolver. Tal es el caso de la cancelación de las políticas que promovían la economía verde y las energías limpias, la autorización del fracking en tierra y en el “Golfo de América” para extraer gas y petróleo como nunca antes, y la postergación de la producción de autos eléctricos.

En México, es raro acostarse sabiendo que somos el principal socio comercial de los EUA y despertar enterándonos de que se nos considera la fuente de los principales males que aquejan a esa nación. Somos un vecino tóxico para la nueva administración. Ni Gaza ni Ucrania ni Irán, sino México, es la mayor amenaza para su seguridad, su economía y su bienestar.

¿Qué hacer? ….como en el desamor, hay que evitar dos extremos: la depresión y el suicidio. Ni el malinchismo entreguista ni la xenofobia anti yanqui nos sacarán de este trance.

En el plazo inmediato, como lo estableció la Presidenta Claudia Sheinbaum, con mucho gusto vamos a cooperar, colaborar y coordinarnos con nuestro vecino, para enfrentar problemas como el Fentanilo y la migración irregular, pero sin arrodillarnos, sin subordinarnos y sin agacharnos. Los vecinos nos ayudamos mejor de pie y de frente, sin abusar uno del otro.

En el mediano y largo plazo, hay que empezar la segunda Independencia de México, es decir, la desconexión gradual, ordenada y planeada de quien ha decidido encerrarse y enrejarse. Convirtámonos en el segundo o tercer socio del resto del mundo, de las potencias emergentes, aprovechando que somos uno de los países que más Tratados de Libre Comercio tenemos en el planeta.

Ello implica encender el motor del mercado interno, impulsar un mercado común con Latinoamérica y darles la bienvenida a estas tierras a las potencias emergentes, a sus productos, bienes e inversiones.

Nos puede llevar una generación hacer esta reconversión, pero de peores desamores hemos salido adelante.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA