El Clamor de las Madres Buscadoras y el Silencio Cómplice del Poder
Por Jesús Marín F / Colaboración Especial / Cuarto de Guerra
“Nadie puede ser indiferente al sufrimiento humano, porque todos vamos en el mismo barco”*“El que observa un crimen en silencio, lo comete”, Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente del Holocausto
Global Press Mx / La frase de Eduardo Galeano resuena con fuerza en los rincones más dolorosos de México: aquellos donde madres recorren desiertos y montañas, palas en mano, en busca de los cuerpos de sus hijos desaparecidos. Son las madres buscadoras, rostros de una tragedia nacional que, lejos de ser atendida con dignidad, es minimizada -o incluso despreciada- por quienes debieran protegerlas, , coinciden dirigentes y legisladores del PAN y del PRI.
Recientemente, el gobierno Mexicano reaccionó con incomodidad ante el cuestionamiento de la ONU sobre el alarmante número de desaparecidos hallados en fosas clandestinas en diversos estados del país. Lejos de representar una afrenta, esta crítica internacional es un espejo incómodo que exhibe el fracaso de un Estado que no garantiza seguridad y responde con evasivas narrativas cuidadosamente construidas, agregan.
Mientras la ciudadanía sufre la violencia cotidiana del crimen organizado, el discurso oficial insiste en una lógica perversa. El nuevo sistema judicial ha sido señalado como un instrumento más de simulación institucional, donde la justicia se aplica de manera selectiva y la transparencia es más discurso que realidad.
En entrevista, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, denunció la pérdida de soberanía ante el creciente cobro del llamado derecho de piso, una extorsión sistemática que desnuda a un Estado replegado, superado y, en no pocos casos, coludido.
Mientras tanto, estableció que desde la cúpula del poder se insiste en encuestas de popularidad que parecen construidas más como herramientas de propaganda que como auténticos instrumentos de medición ciudadana. ¿Dónde están las metodologías? ¿A quién se le aplicaron? Las preguntas siguen sin respuesta.
Presionado por el contexto internacional -especialmente desde Estados Unidos, ante la amenaza que representa el narcotráfico para su seguridad nacional-, el gobierno Mexicano se ha visto obligado a iniciar esfuerzos de coordinación.
Sin embargo, el discurso oficial continúa anclado en el pasado: si antes todo era culpa de Calderón, ahora la responsabilidad recae en López Obrador, cuya política de “abrazos y no balazos” ha permitido el crecimiento exponencial del crimen organizado. Un sexenio que pasará a la historia como uno de simulación y propaganda, es el clamor de los inconformes del actuar de la 4t.
Consideran que el senador Gerardo Fernández Noroña, sin trabajo legislativo destacable en el Senado, ha criticado a la ONU por apoyar a las madres buscadoras; quienes por cierto, por segundo día se reunieron con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez Velázquez.
Establecen que en vez de preguntarse por qué estas mujeres deben hacer el trabajo que corresponde al Estado, el flamante presidente de la Mesa Directiva del Senado prefiere pronunciar discursos sin eco en foros internacionales, mientras viaja con lujos que contrastan con la miseria y el dolor de miles de familias. Ha llegado incluso a negar la existencia de desapariciones forzadas en México, una postura cínica y ofensiva.
A este senador, coincido en ello, dada la gravedad de sus declaraciones y la omisión de su labor legislativa en un contexto nacional tan crítico, bien podría aplicársele un juicio político, como establece el artículo 110 de la Constitución, por actos u omisiones que redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales. Negar la verdad y atacar a quienes exigen justicia es una forma de violencia institucional.
Mientras tanto, senadores del PAN, encabezados por Ricardo Anaya, han mostrado su respaldo al colectivo Madres de Resistencia, en Chiapas, quienes documentan más de 2,200 desapariciones y casos de feminicidio en esa sola entidad. Una cifra que revela el tamaño real de la tragedia nacional.
Estas madres, incansables en su lucha, han sido ignoradas por el aparato estatal. En lugar de apoyo, reciben indiferencia, revictimización y cortinas de humo para desviar la atención pública. Gritan desde las calles una consigna que debería sacudir la conciencia nacional: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”
Porque, como advirtió Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz y sobreviviente del Holocausto: “El que observa un crimen en silencio, lo comete”.