EL SECUESTRO DE LOS MUNICIPIOS
Dossier de Prensa
Rubén Moreira / Coordinador Parlamentario PRI / Colaboración Especial
*En el caos de la inseguridad, los presidentes municipales son el eslabón más débil y los gobernadores, el que falta para la mejora. Salvo excepciones, los mandatarios locales no participan en la construcción de la paz, afirma
Global Press Mx / Los municipios chicos, y un buen número de los grandes, han sido secuestrados por el crimen organizado. No hay legislador que no tenga una historia de ello. Salvo en contados estados, es común la práctica, y los políticos locales lo saben y tienen poca posibilidad de cambiar la situación. Desde hace años sucede, pero en los últimos se ha generalizado esa calamidad. Me gustaría reconocer que todo va a mejorar, pero de no tener un cambio de estrategia eso no sucederá. Es evidente que hay novedades en relación con el pasado sexenio; entre otras, la difusión a supuestos éxitos en el combate al crimen. Los de Morena repiten sin cesar que disminuyen los homicidios; sin embargo, la gente se siente más insegura, dice el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en su encuesta de seguridad pública urbana. También ha crecido el número de personas desaparecidas, y en la página de la Secretaría de Seguridad Pública se han eliminado datos que permitían confrontar estadísticas y corroborar su certeza.
La opacidad es la marca del régimen y el sector de la seguridad no es la excepción. Hace unos días, y con casi tres meses de retraso, se votó la estrategia nacional de seguridad; el debate fue a puerta cerrada, no obstante que el documento es público. El poder legislativo, mejor dicho, los congresistas de Morena, han renunciado a ejercer sus funciones en la materia. Las comisiones que se ocupan del tema se han convertido en oficinas de relaciones públicas y no funcionan espacios tan importantes como las bicamerales de Seguridad Nacional y de seguimiento a las Fuerzas Armadas, que actúan en materia de seguridad En las cámaras se olvidaron del debate y las bondades de la dialéctica. El partido oficial, sin chistar, vota lo que llega desde el Ejecutivo.
En el caos de la inseguridad, los presidentes municipales son el eslabón más débil y los gobernadores, el que falta para la mejora. Salvo excepciones, los mandatarios locales no participan en la construcción de la paz. Hay quienes no tienen la menor idea de dónde están parados, pero también los que no dejan duda de sus intenciones. Cientos de municipios «pagan piso». ¿No lo saben los financieros y auditores? No dudo que muchos alcaldes llegaron de la mano de los dueños del territorio, pero otros no, y ahora se encuentran atrapados.
El crimen ligado a las drogas se impuso a las bandas que operaban otros ilícitos. Mediante amenaza, los amos reciben «renta» de las actividades económicas lícitas y de las autoridades municipales. Son ellos los que reparten la obra pública y dominan las adquisiciones de los gobiernos. Para agudizar la situación, tenemos un buen número de «tontos útiles» que opinan de todo y no saben de nada. La paz es posible si se hace lo correcto; sin embargo, esa no es la ruta del actual gobierno.