Encauzando la Gentrificación en México
***Por Ricardo Monreal Avila / Colaboración Especial
*El Gobierno de la Ciudad de México presentó un plan de 14 puntos, en el cual destaca la contención de la especulación que fomenta el cartel inmobiliario; topar el incremento de las rentas al incremento de la inflación oficial; la defensoría de los derechos inquilinarios; la construcción de más vivienda de interés social y de vivienda social en arrendamiento, y la consulta permanente con las y los vecinos para escuchar propuestas, entre otros puntos.
Global Press Mx / El fenómeno de la gentrificación que viven diversas ciudades en el mundo, especialmente en América Latina, es definido así por ONU-Hábitat: “La gentrificación sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención”.
Gentrificación es un anglicismo que proviene de la voz «gentry», que en la Inglaterra del siglo XIV se refería a “la clase social de caballeros y terratenientes con cierto nivel de riqueza y poder” (RAE).
En términos urbanísticos, la socióloga británica Ruth Glass utilizó por primera vez la palabra «gentrification» en 1964, para describir lo que ocurría en Londres y que hoy observamos en la CDMX: el desplazamiento de las clases trabajadoras y los residentes originarios de barrios históricos de la ciudad por personas de clases medias y altas.
Ese desplazamiento puede enmarcarse además dentro de una de las dimensiones de un concepto amplio de movilidad, en el contexto de grandes zonas urbanas permeadas por algunas ideas de la modernidad.
Así, con la entrada de la Revolución Industrial y la transición de una economía feudal al sistema capitalista que pervive hoy en día, surgieron los conceptos de ciudad o de urbe moderna como los conocemos actualmente, sobre todo en Occidente, en donde tienen lugar fenómenos urbanos específicos, como el de referencia.
En ese tenor, cabe hacer un (breve) análisis sociológico del concepto desplazamiento o movilidad social, asociado al espacio público y a la ciudad, pues, a partir de esto último, se podría arribar a una mayor comprensión de las características del imaginario colectivo o la psique social de la comunidad, reconociendo de antemano que los cambios en las aspiraciones y la forma de pensar de las personas son el ingrediente fundamental para la transformación de los paradigmas de desarrollo urbano o movilidad social.
Algunos clásicos de la teoría sociológica concibieron a la ciudad como una expresión de la lucha de clases, manifiesta en la segregación propia de los centros urbanos (Marx); o como la personificación de la racionalidad, en cuyo territorio impera la libertad, como colofón de un sinnúmero de valores propios del sistema capitalista (Weber), o incluso como el espacio en el que se trasciende de una solidaridad mecánica a una orgánica, donde la división social del trabajo juega un papel preponderante (Durkheim).
En México se habla hace años de la necesidad de establecer un nuevo paradigma de movilidad urbana, para transitar hacia un modelo que permita el acercamiento de las personas en el espacio público, y el cambio de hábitos individuales y colectivos que posibilite la generación de mejoras en las condiciones en que se movilizan e interactúan quienes viven en las grandes urbes.
Eso está detrás de los planes recientes del Gobierno en materia de ocupación o desplazamiento urbano.
Si bien parece sencillo reconocer en el juego de las interacciones la institución del espacio, cabe preguntarse de dónde procede la estabilidad del orden espacial que preside y precede la interacción entre personas, y entre estas y los objetos de experiencia.
Siguiendo al filósofo francés Henri Lefèbvre, el espacio está formado por un conjunto indisoluble, solidario y también contradictorio de objetos, acciones y prácticas sociales mutuamente imbricados, que constituyen el contexto único en el que se realiza la historia. Se analiza así el espacio como un producto social, no solo físico, sino también percibido y vivido, destacando la importancia de las interacciones sociales en el seno del espacio y su relación con el poder.
En el caso concreto de la CDMX, tras el terremoto de septiembre de 1985, se registró una emigración de las colonias céntricas hacia la periferia, especialmente hacia los municipios conurbados del Estado de México. Las Alcaldías Iztapalapa y Gustavo A. Madero, así como los Municipios de Ecatepec, Chalco, Ixtapaluca, Cuautitlán y Cuautitlán Izcalli tuvieron un crecimiento importante de desarrollos habitacionales, al grado de que en el Valle de México se registró una población de 20 millones de habitantes al inicio del siglo XXI, correspondiendo a la CDMX una población residente de entre 8 y 9 millones de habitantes y una flotante de 12 millones.
A partir del año 2000, con el desarrollo de ingenierías y estructuras sismorresistentes, se autorizó el crecimiento vertical de las zonas céntricas de la ciudad, y los edificios de usos mixtos (habitacionales, oficinas y comerciales) empezaron a edificarse en zonas antes abandonadas o con una población residente estable.
Inició así la gentrificación, dado que el costo promedio de los nuevos departamentos era del doble del valor comercial de sus edificios vecinos y con mayor antigüedad.
Esta gentrificación tuvo, en gran medida, una expansión ordenada y bajo control, logrando contener los dos grandes males sociales de este fenómeno urbanístico: la especulación inmobiliaria y el desplazamiento de los grupos y familias originales de las colonias, que son los resortes de los llamados carteles inmobiliarios.
Después de la pandemia de COVID-19, de la aparición de los denominados nómadas digitales, de la irrupción de las plataformas de alquiler temporal de vivienda (como Airbnb) y de la inmigración de estadounidenses que tienen a México como segunda opción de residencia, la demanda de vivienda aceleró la gentrificación, lo que provocó malestar y protestas como las que hemos visto en las últimas semanas en la CDMX.
El Gobierno capitalino presentó un plan de 14 puntos, en el cual destaca la contención de la especulación que fomenta el cartel inmobiliario; topar el incremento de las rentas al incremento de la inflación oficial; la defensoría de los derechos inquilinarios; la construcción de más vivienda de interés social y de vivienda social en arrendamiento, y la consulta permanente con las y los vecinos para escuchar propuestas, entre otros puntos.
Encauzar la gentrificación es un tema no solo de sociología o de planeación urbana y de regulación del mercado, sino, ante todo, un tema de gobernanza democrática.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
X: @RicardoMonrealA
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Presidente de la Junta de Coordinación Política y Coordinador Parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados